viernes, 30 de noviembre de 2018

Evolución de la enseñanza de las lenguas extranjeras en España


La clase comenzó con una exposición de la docente Carla Bouzada acerca del temario de su sección de la materia y el modo de evaluar al alumnado, para proseguir la sesión, rompiendo el hielo con las presentaciones informales de todos, tanto de la maestra como de cada alumno y alumna. Éste fue el último instante “divertido” de la sesión, ya que a continuación nos adentramos en el primer tema, “La enseñanza de lenguas en el presente modelo educativo, nacional y autonómico”, una materia densa que deja poco lugar a la improvisación a la hora de impartir los contenidos. En la parte final de la sesión realizamos una actividad algo más dinámica acerca del tratamiento de las lenguas extranjeras en los ciclos de Formación Profesional, para finalizar con una breve historia de las Escuelas Oficiales de Idiomas en España a lo largo del siglo XX.

A pesar de la densidad de la materia, he de reconocer que, a modo personal, me resultó especialmente interesante el itinerario realizado por las diferentes épocas, descubrir qué principios legales había con respecto al aprendizaje de lenguas extranjeras, y, sobre todo, me resultó muy atractivo el ver qué lenguas eran más importantes en cada época. Obviamente, en la historia reciente es bien conocido el dominio absoluto del francés sobre el resto de los idiomas extranjeros, hasta que, hace relativamente poco, fue relevado por el inglés. Hay que pensar que en el año 1900 era obligatorio el aprendizaje de dos “lenguas vivas”, el francés y el inglés o el alemán. Es muy enriquecedor el hecho de tener dos lenguas extranjeras en el programa de estudios, pero hay un problema al que parece no prestarse atención a lo largo del tiempo, puesto que nunca se ha tomado una solución que resulta sencilla. Este problema no es otro que el insuficiente tiempo dedicado a la materia: mientras al francés, siendo primera lengua, se le dedicaba una hora y media en días alternativos -y desde los doce años, edad en la que el ser humano ya no tiene la capacidad de recepción de información que tiene en los años previos, la segunda lengua extranjera no se empezaba a cursar hasta los catorce años. Además, parece no prestársele especial interés a las lenguas: en 1903, con la llegada de unos recortes, se suprimió la enseñanza de segunda lengua, con lo que el francés queda como única lengua extranjera. En 1934 llega una nueva reforma, pero el francés no pasa de cuatro horas semanales en ninguno de los cursos. Solamente en los dos últimos años se oferta una segunda lengua extranjera, cuyas opciones vuelven a ser inglés y alemán. En 1938 llega un pequeño cambio que servirá de prólogo a la modificación de la situación de la enseñanza de las lenguas extranjeras. Se establece que el italiano o el alemán deben cursarse como segundas lenguas. Esto supone la entrada de una nueva lengua, algo que a partir de los años cincuenta empezará a ser más habitual. Aun así, y a pesar de la oferta de lenguas, en 1959 se dedicaba una hora al día al estudio de lengua extranjera, supuestamente en el propio idioma, algo que de ser cierto mejoraría notablemente el nivel del alumnado. A partir de este momento todo va a experimentar un cambio a mejor: en los años sesenta la cifra de horas dedicadas a lenguas extranjeras es de diez semanales, tal vez debido al incipiente auge del comercio exterior. Además, en 1978 las lenguas extranjeras quedan a disposición de todo el alumnado gracias al artículo 27 de la Constitución, por primera vez el “idioma moderno” aparece en una etapa obligatoria del sistema educativo. Pero con la Educación General Obligatoria llega un retroceso, en mi opinión: la lengua extranjera solamente es obligatoria a partir del sexto curso, esto es, de los once años, al mismo tiempo que se estipula el número de horas semanales en tres, menos de la tercera parte que una década antes. Con la reforma inmediatamente posterior, la LOGSE, se adelanta la obligatoriedad de lengua extranjera a los ocho años, mientras que se abre la puerta a la segunda lengua, a partir de los doce años. Y con la reforma de la LOCE, en 2002, llegaba la introducción de la lengua extranjera desde primaria. La lástima es que nunca llegó a ser aplicada. Hay que esperar al año 2006, en el que la Ley Orgánica de Educación modifica los plazos y edades para cursar lenguas extranjeras, que quedan establecidas desde la educación infantil. En la actualidad existe la posibilidad de cursar una segunda lengua extranjera como materia optativa a partir de la edad de once años.

Quisiera finalizar con una conclusión personal respecto a la evolución del tratamiento de las lenguas extranjeras en el sistema educativo: la oferta de lenguas se ha ampliado enormemente -como es lógico-, pero el número de horas dedicadas al aprendizaje de dichas lenguas sigue siendo tan escaso como en 1900. Pienso que para el correcto aprendizaje de un idioma el sistema empleado por la mayoría de los miembros docentes no es el adecuado; si a un método poco eficiente le añadimos una excesivamente escasa cantidad de tiempo asignada -tres horas a la semana se dedica en los tres primeros cursos de ESO a la primera lengua extranjera, por poner un ejemplo-, el resultado no puede sorprender a nadie. No soy pesimista, soy realista.

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